es La Cartuja de Miraflores se
encuentra a unos tres kilómetros de la ciudad. Debido a su abundancia en caza,
en pesca y su riqueza paisajística se la puso el nombre de “Miraflores”. Fue
construido por Enrique III de Castilla como pabellón real que terminó siendo de
la fundación de un convento franciscano.
Su hijo Juan II se lo
ofreció a la Orden de San Bruno. Finalmente, en 1442, los Cartujos se hicieron
con ella siendo únicamente cinco monjes y un hermano. Sobre el año 1450 cuando
las obra ya casi habían finalizado un incendió lo devastó y 1454 se comenzaron
nuevas construcciones de Juan de Colonia, el cual es el autor de algunas de las
obras de la catedral de Burgos. El nuevo convento empezó con un primer claustro
que da paso a la iglesia. El claustrillo se divide en 26 celdas numeradas de la
“a” a la “z” en la que se encuentra una planta para el trabajo y otra para la
oración, el descanso y estudio con su jardín cerrado.
Hubo una etapa en la que las
obras se quedaron paradas hasta el reinado de Isabel la Católica. La zona más
cercana estaba reservada para seglares varones y tenían prohibida la entrada a
mujeres.
La iglesia destaca por las
magníficas obras de arte que posee como la tabla de la Anunciación de Pedro
Berruguete, las tablas de la Vera Cruz o la famosa imagen de San Bruno. También
se encuentra en el museo una réplica de Santiago Apóstol el cual fue robado a
comienzos del s.XX y que hoy se expone en The
Cloisters de Nueva York.. La rica iluminación del templo se debe a los
grandes ventanales ojivales. También contiene unas vidrieras que en principio
eran siete, y “milagrosamente” se llegaron a conservar tres de ellas y se cree
que desarrollaban el ciclo de la Virgen y la infancia de Jesús.
En el
interior se pueden mencionar como los más importantes los sepulcros del infante Alfonso, del rey Juan II y de su esposa, Isabel de Portugal, obras de
Gil de Silóe, y también el increíble retablo mayor.
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